Entrenar, vivir, y la llamada que lo cambió todo

|

Fofa

Uf, cuánto tiempo. Lo sé.

Este rincón, fofas.org, ha estado un poco en silencio últimamente.

Me absorbieron las horas en el gimnasio, buscando esa dosis de endorfinas que tanto me equilibra, y luego, claro, la avalancha de trabajo.

Es la vida, ¿verdad?

A veces nos come.

Pero hace poco, una llamada me sacudió.

Una de esas conversaciones largas, de las de antes, con una amiga de la universidad. Nos reímos, nos pusimos al día, y me llenó de una inspiración brutal.

De esa que te recuerda por qué haces lo que haces, por qué escribes aquí.

Mi amiga… la recuerdo perfectamente.

Compartíamos piso, y muchas noches, en la cocina, nos atracábamos de helado mientras las lágrimas corrían por nuestras mejillas.

Llorábamos por los chicos que nos gustaban y no nos hacían caso, por las chicas que odiábamos sin razón, por el estrés de los exámenes que se nos venían encima y la angustia de intentar encajar el yoga o la meditación en nuestras vidas para no explotar.

En aquel entonces, las dos teníamos unos kilos de más y el alma un poco revuelta.

Lo que nunca supe, hasta esa llamada, fue lo profundo que había llegado su ansiedad, ni que la depresión la había golpeado tan fuerte que tuvo que pedir una baja de seis meses de su primer trabajo después de la universidad.

Fue un infierno, me dijo.

Su peso se disparó, y se sentía atrapada en una espiral sin salida.

Pero, poquito a poco, con ayuda de medicación y la decisión valiente de eliminar el azúcar de su dieta, empezó a ver la luz.

Y lo más increíble: se apuntó a CrossFit.

Encontró un gimnasio alucinante, con un profesor que, además de ser un cañón, era pura motivación.

Y sí, la vida es así de caprichosa: ¡terminaron saliendo juntos!

Ahora, está feliz y prosperando.

Trabaja en una inmobiliaria en Barcelona, ParkRose Properties, y se le ve en su salsa.

Me la imaginé con su traje, moviéndose por Sants, Poblenou o El Guinardó, ayudando a la gente a vender sus pisos.

Me contó que le encanta.

Esta conversación me llegó al alma. Porque durante todo su proceso de recuperación, me dijo que pensaba en mí.

En cómo yo, sin saberlo, la había inspirado a probar cosas como el ejercicio y la dieta para luchar contra la ansiedad.

Me confesó que seguía mi camino en Instagram, y que mi reciente post «Cuando no puedo más (pero sigo)» la había conmovido.

«Tienes una voz súper potente, Fofa,» me dijo.

«Tienes mucho que decir.»

Y eso, viniendo de alguien que ha pasado por tanto y ha resurgido con esa fuerza, es el mejor recordatorio de que cada paso, cada lágrima, cada gramo de esfuerzo, cuenta.

Y que no estamos solas en este camino.

Su historia es la prueba de que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una forma de levantarse, de encontrar tu propia fuerza, y de inspirar a quienes te rodean.

Así que aquí estoy de nuevo.

Lista para seguir compartiendo, fallando juntas, y celebrando cada pequeña victoria.

Porque si ella pudo, tú puedes.

Y yo también.

🖤

Autor

Deja un comentario